Recuerdo que te vi, estabas en el espejo mientras yo recorría el pasillo de la habitación, en el radio sonaba algo tranquilo de Brubeck, y parecía que las notas se acentuaban mientras terminabas de ponerte crema en el rostro y los brazos desnudos cubiertos sólo de luz que se escabulle por la ventana de la habitación junto al mar, era como entrar en una pintura fresca al óleo, mientras las cortinas se mueven lentamente, me quedo de pie al fondo de la habitación, tomo la toalla entre mis manos para secarme el rostro mientras tu atención sigue fija en tu propia piel deslizando con tu mano izquierda desde el hombro hasta la muñeca del otro brazo, recargando suavemente y de forma casi imperceptible tu cabeza, tal vez tus oídos escuchan el pasar de los dedos en la piel tersa y es por eso que la inclinas, tu espalda en primer plano a mis ojos tan solo es perfecta, no existe un detalle que a estas alturas no conozca y me sigue siendo tan maravillosamente extraña, los movimientos de tus hombros son dulces y mientras pasan los segundos cada perfil de tus mejillas hace una curva severamente tierna, yo, mientras aún calmadamente contemplo tus movimientos en el espejo, de forma sutil percibo como una nube cruza el cielo atravesando el paso del sol por la ventana y brevemente oscurece el cuarto por medio segundo, tiempo suficiente para devolver mis ojos en los tuyos justo a tiempo para verlos abrir de su aletargado tiempo llamado pestañeo, te detienes un instante para contemplar que te observo y justo cuando pensaba que no podría ser mejor aquella escena digna de un pintor renacentista sonríes y preguntas si algo pasa, pasa todo, todo ante esos dos segundos en que el tiempo fue sólo nuestro, detenido por el mismo Dios de la vida para que tan solo en un espejo pudiera ver la realidad de la belleza.
Cualquiera hubiera pasado desapercibido, ese instante, tal vez la nube ni siquiera habría tapado al sol pues no habría tenido ningún encanto, tal vez esa inclinación perfecta de tu rostro sobre tus hombros habría sido odiosamente ignorada, para cualquier otro, un simple pestañeo no involucraría una eternidad de tormento sin ver la luz en tus ojos, solo sería un instante y ya, para cualquier otro sería una realidad implícita de estar viviendo pero no de vivir, sería ver en el espejo tan solo un pedazo de vidrio inerte y no toda la luz de un segundo que enmarca cada centímetro en tu piel.
Para cualquier otro, ver el espejo es una realidad incierta, sin vida y existente, para mi es un recuerdo de 2 segundos que puedo describir una eternidad, si alguna vez llegas a verte al espejo, dile a esa que vez ahí que cada segundo es una inmensidad de tiempo y que yo que con vagas palabras puedo escribir un instante, no existen letras que logren describir tanto tiempo que te llevo en el corazón.
Siempre en construccion...constructiva
Rodd Jurado. 10 de febrero 2020