Es un arte, ellos siempre lo dicen y estoy de acuerdo, desde que el fruto de café está en su punto y es hora de cortarlo, de quitarle vida para hacerlo secar, aplastarlo, extraer el grano, cuidarlo, tostarlo y luego calcular el preciso molido, incluyendo los 18 gramos que debes de medir meticulosamente para crear un sabor fuerte pero balanceado en el paladar, más que arte es amor lo que cada grano significa, así hay que cuidarlo para tener un dulce sabor de aliento mientras dura, tal vez por eso mi conexión con el café ha sido tan fuerte, me encanta saborear el amor de la misma forma en la que preparo una taza de café, buscando calentar mi alma hasta en días fríos como hoy, buscando atardecer con un sentimiento de fortaleza en el paladar y recordar con gratitud el olor de café recién molido como el beso y una caricia en el rostro.
Ya veo porque soy tan meticuloso con las experiencias, es porque no puedo imaginar una mañana sin probar un dulce beso expreso, una caricia con agua caliente, un abrazo con el molido perfecto de almas que se quieren, el tostado calor que despide el amor sobre la cama, los recuerdos que se van como el vapor sobre la taza, los que se quedan en la lengua sutilmente mientras te despierta la cafeína de un suspiro, energía de vivir y disfrutar el momento de su sonrisa, la crema de la extracción perfecta mezcla de amargos recuerdos, dulces notas de felicidad, amaneceres de cacao, felicidad en un par de onzas que inundan la habitación.
Tal vez ver una taza vacía es la misma melancolía de un amor que se fue, tal vez recordar esa mañana con olor a café es un recuerdo que jamás se irá, tal vez una taza delicada de café es amor puro y recuerdos tibios de cada onza que le extraemos a la vida.
Rodd Jurado
Siempre en construcción constructiva.
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