Tengo miedo de cerrar los ojos pero creo que ya no puedo retenerlos, sé que está vez si duermo volveré a verla, hace mucho que no la encuentro pero su rostro, ese rostro de mirada profunda y negra es imposible de olvidar, está vez ha vuelto por algo que siempre le ha pertenecido, ha regresado porque sabe que ya no hay donde esconderse.
Ahora a mitad de la noche puedo escuchar su lamento, un pequeño sollozo apenas perceptible, está afuera de mi ventana, estoy seguro, cada que silencia el aire entre los árboles, puedo ir su respirar, es casi como el mío, cansado y doliente en cada respiración, sus pasos rompen las hojas secas que hay en el piso y siento cuando se mueve lento, el que frío la delata, si, esa sensación en la espina dorsal es la que hace mucho tiempo me dijo que volvería algún día, volvió y está noche estoy seguro que está aquí por mi.
-es cierto, dijo con una voz chirriante justo detrás en mi nuca.
Hoy vine por ti, aún sin verla, imaginé su sonrisa tétrica,
- Hola Eva, -respondí.
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