Pero al fin o al cabo, era nuestro el mundo, era nuestro el tiempo , y cada instante era un regalo que nos apresuramos en tirar la envoltura sin saber que era lo que guardaba ese anhelo de encontrar una hermosa historia.
Ahora tan solo con el recuerdo sigo entrando al mismo sitio donde penas y alegrias fueron incrustadas en las paredes, los cristales, las mesas y el café que nos acompañaba en nuestra soledad acompañada, ahora ese momento ya no espera y cada palabra en la pared se derrumba, cada escenario en los cristales se empaña con el frio que deja un lugar vacio, la mesa no retiene tus manos con las mias justo ahi por encima de las servilletas y el menú, y lo unico que le queda a esta pobre alma ya envejecida por la espera es aquel café que no kiere endulzar victima de tanto desaliento, ahora acompaña sólo a un tipo solo, que ya no retiene al mundo entre sus pasos sino sólo un soplo de aquel tiempo que con creces nos cobro el hecho de ser feliz con un regalo de la vida y un café entre besos y bebidas.
-- Jóven, digame ¿cuánto le debo de un café.... y mil recuerdos?....
Rodrigo Jurado
Noviembre 20, 2008
Siempre en construccion...constructiva
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